Vanessa Hernández Gracia 
En colaboración con Abdiel D. Segarra Ríos, Adán Vallecillo, Catalina Moreno, Melissa Sarthou y Pavel Aguilar.

Trayectos imaginarios (imaginemos), 2021
Documentación. Transcripción de las narraciones que documentan acciones realizadas por la artista 

Colección de tres discos de vinilo de 33 ½ RPM
En colaboración con Abdiel D. Segarra Ríos, Adán Vallecillo, Catalina Moreno, Melissa Sarthou y Pavel Aguilar.


Abdiel D. Segarra Ríos
Acerca de 3285 líneas en nueve años (2005), Sin título (2009) e Indignación (2011), 2021
33 ½ LP
09:50 min.

La primera acción que recuerdo de Vanessa se titulaba 3285 líneas en nueve años, que fue un performance que se llevó a cabo en 2005 junto al aquel entonces profesor José Tony Cruz, un colega de muchos años de Vanessa. Lo que recuerdo de esa acción y que me marcó, es que lo que motivaba el ejercicio era ilustrar de algún modo los años de amistad que vinculaban a Tony y a Vanessa. Lo que uno podía ver como espectador, y en mi caso como documentador de aquella acción, es que Tony dibujaba conjuntos de líneas de diferentes extensiones, de diferentes largos, mientras Vanessa intentaba borrarlos. Las líneas se dibujaban directamente sobre la pared y Vanessa intentaba borrarlas pero lo que dejaba era una mancha del grafito que se extendía y se impregnaba sobre el poro de la pintura. Yo creo que como casi todo el trabajo de Vanessa lo que lo distingue es una clara intención poética que define y que de alguna manera también guía los gestos performáticos. Luego de esa acción la próxima que me llega a la cabeza es una acción que no se tituló, de 2009, que se celebra en diferentes lugares públicos entre Hato Rey, Río Piedras y Bayamón. Esta acción, que se documenta en vídeo y en fotografía, es un ejercicio en el que Vanessa Hernández y Rafael Miranda hacen un reenactment, de una importante performera que ahora no recuerdo el nombre, en el que primero Rafa lleva con una cuerda, como si fuera un perro, a Vanessa por algunas calles de estos poblados en la zona metropolitana de San Juan, Puerto Rico y esos roles luego se intercambian. Esa acción tenía todo tipo de reacciones, algunas más violentas que otras, pero casi todas de sorpresa. Yo creo que es algo también que es interesante del trabajo de Vanessa y que podemos ver, cómo en acciones, Vanessa se inserta en contextos en los que el espectador no necesariamente está esperando enfrentarse (a este tipo de acciones) que en último lo que hacen es poner en crisis las nociones compartidas en torno a, en este caso al género, a los roles de poder. Eso por solamente decir un par de cosas respecto a esta acción. Yo creo que del mismo modo la acción de 3285 líneas en nueve años, que es el título de la acción que comenté primero, también atraviesa la reflexión sobre los años de amistad, no solamente con poesía pero también con política porque en la medida en la que Vanessa intentaba borrar las marcas que dejan los años, dejaba otras. De esas cosas que de algún modo pues podrían ser metáforas de cómo el tiempo sí borra la marca original pero deja otra, no solamente en las relaciones de amistad, yo creo que en todas las relaciones de poder y en todas las relaciones de sociedad. La última acción de la que tengo una imagen también fresca en la cabeza es una acción que se titula Indignación, un proyecto que se llevó a cabo en 2011 en metro plataforma organizada, un espacio autogestionado entre artistas y el mecenas José Hernández Castrodad.
Esta era una acción performática que estaba acompañada de una proyección de video y de un montón de hojas que ocupaban el suelo de una habitación del espacio de exhibición. Vanessa estaba en el suelo cubierta por esas hojas y podíamos ver, tal vez, algunos de los dedos de los pies, tal vez un poco de alguna coyuntura, o de la topografía del cuerpo que escapaba a la capa de hoja que cubría toda la habitación. Mientras veíamos las imágenes grabadas de un edificio que había sido demolido hacía pocos años en los bordes de la ciudad de Río Piedras. Un edificio de vivienda grandísimo que si bien había sido diseñado pensando para otros motivos, fue destruido sin considerar las necesidades de vivienda que existen todavía hoy en Puerto Rico. En ese sentido también Vanessa, tal vez desde un lugar muy propio y por supuesto de muchísima subjetividad, señalaba con indignación (como dice el título) las acciones que toma el gobierno sin considerar las necesidades. Los derechos humanos que no se cumplen, en ninguna plataforma política y social, por ninguno de los partidos políticos que han estado al poder en Puerto Rico desde 1952, año en que se firmó el Estado Libre Asociado.

En todas estas acciones yo creo que el cuerpo, y el lugar de enunciación de Vanessa, lo que busca es precisamente provocar en los y las espectadoras, una sensación de, no quiero decir crisis, pero creo que sí. Crisis de los conceptos y de la comodidad misma con la que muchas veces nos relacionamos en el cotidiano, sabes, desde pensar la amistad y cómo se transforma la amistad, hasta las relaciones de género que atraviesan el compartir y las amistades. Las relaciones y punto que se dan entre personas que se identifican como hombres y mujeres, como fue el caso de la acción Sin título que se llevó a cabo en 2009, en la que, aunque Rafael y Vanessa no se trataban con violencia, el mero hecho de asumir esa posición de sumisión, a la luz de quién podía estar presenciando las acciones, obligaba un poco a que uno mismo se sacará la alfombra de los pies y mirar a través de un cristal crítico los puentes que median entre las relaciones interpersonales. Yo creo que la última acción que comenté, Indignación, en un plano tal vez más macro político, Vanessa también habla de la relación que tenemos, que sostenemos, con el estado. Y en ese sentido, aunque todo el trabajo de Vanessa brota de lugar muy personal, también siempre está guiado por una intención política que, esté o no esté en primer plano, dirige de algún modo gran parte del trabajo de Vanessa. No con intenciones de controlar las lecturas que broten de cada ejercicio, pero si para construir un corpusque deja clara una intención de reflexionar críticamente sobre la sociedad en la que habitamos, de lo más personal e íntimo, hasta lo más colectivo. Esa mirada en torno al derecho a la vivienda y a cómo el estado al final decide primero por los intereses de las empresas que quieren ocupar los territorios que podríamos nosotros estar habitando para beneficio mayor. Ahora mismo, el territorio que ocupa el terreno que ocupaban esos edificios, que bien podrían haber sido edificios de vivienda, como yo bien mencionaba, está ocupado ahora mismo por un centro comercial. Y ahí está, eso



Adán Vallecillo
Acerca de Trayectos imaginarios islas I y II (2020), 2021
33 ½ LP
01:25 min.

En el marco del Festival Internacional de Performance Reunión Amapala, la artista puertorriqueña Vanessa Hernández Gracia realizó dos acciones denominadas: Trayectos imaginarios (islas I y II). Muy a tono con el espíritu del festival integró a sus propuestas el trasfondo geopolítico de su desplazamiento por tres islas: Puerto Rico, en el mar Caribe, Amapala y Exposición en el Pacífico hondureño. Haciendo uso mínimo de recursos formales y prendas personales tomó como escenario el escampado paisaje en la planicie de la isla Exposición. Vanessa comenzó pacientemente a cortar en pequeños trozos la propia ropa que había traído para su viaje. Posteriormente hizo una línea con los restos de las prendas que estaban conectadas a un pequeño montículo de leña preparado como fogata donde se incineraron las telas. Finalmente, con las cenizas colectadas traza una tercera línea quebrada de su archipiélago vital, esta vez sobre una playa de la isla de Amapala.

 

Catalina Moreno
Acerca de Línea de tiempo (2018), 2020
33 ½ LP
09:58 min.
         
Es un fin de semana en Bogotá, en el centro de la ciudad, es un día nublado como la mayoría de los días en Bogotá. Estamos en el centro en el eje ambiental. El eje ambiental es una construcción de ladrillo y cemento que se realizó sobre el cauce del Río San Francisco, un río muy importante en su momento para Bogotá. Entonces, se trata de recuperar el cauce de este río que pasa por este eje ambiental, por esta construcción. Es un río, un agua, que ha estado muy abandonada, queda en una parte de la ciudad donde hay mucho caos, mucho ajetreo porque confluyen zonas turísticas, empresariales, mucho comercio, hay mucho habitante de calle. Coincidimos todos los habitantes de Bogotá en esa zona. Entonces, el cauce del río del eje ambiental es un agua oscura, turbia, contaminada, muy contaminada, con la que la ciudad no tenemos mucha interacción más que tenerlo como un referente de ubicación y el poco uso que se le da, se lo dan sobre todos los habitantes de calle que se bañan en él. Pero realmente no, no se hace mucho más con este eje. A pesar de que por ahí pasa como este río que ha sido, fue, tan importante en la historia de la ciudad en su momento. Entonces, estamos allí en este eje que atraviesa el centro, son varias calles, muchísimas calles que lo atraviesan. Una de las zonas del eje, al frente del espacio que hoy es un espacio de arte independiente acá en Bogotá que invita a Vane a realizar esta acción. Es un edificio antiguo, histórico, que es el Espacio Odeón, hay un CAI de la policía y otros edificios históricos circundantes. En esta parte del eje, en una de sus orillas, Vane ha dispuesto cuarenta platos de barro, de barro cocido, es un barro rojo muy tradicional de esta zona. Son cuarenta platos. El primero de ellos contiene agua, agua cristalina. Están esos platos allí dispuestos, en primera instancia pasan desapercibidos en medio del ajetreo de la ciudad que a pesar de ser fin de semana, donde no hay el movimiento que hay entre semana, igual pasaron familias, vendedores ambulantes. Entonces, al inicio los platos pasan desapercibidos. Luego al momento sale Vane caminando y se agacha frente al primero de los platos, lo coge con sus manos y empieza a verter el agua de ese primer plato en el segundo. Cuando ella empieza esa acción, bueno, todos tenemos nuestra primera impresión como bogotanos [la de] pensar que esa agua es del eje, un agua que ninguno de nosotros quisiera tocar por su estado de suciedad. Entonces esa es como la primera impresión que te da ver a Vane cogiendo esa agua y vertiéndola.
La acción es una acción tranquila en la que Vane, con calma, va pasando esta agua de plato en plato. Cada vez que ella va vertiendo el agua con sumo cuidado en el siguiente contenedor, el agua se va secando, se va pues dividiendo, se va filtrando pero ella lo hace con sumo cuidado para que se pierda la menor cantidad de agua posible. Vane está allí, agachada, hay mucha calma en ella y en medio como del ajetreo normal de la ciudad las personas paran a verla, a ver qué sucede, que están haciendo. El centro es una zona la que normalmente hay mucha actividad, muchas veces hay muchas presentaciones de teatro, cuenteros o karaokes. Así que digamos que estamos acostumbrados a que haya cosas en esta zona, pero son más como un entretenimiento, así con mucha bulla, música, en cambio ésta es una acción supremamente calmada de una mujer agachada con unos platos. Vertiendo agua al lado del eje que no sabemos si es agua del eje, o no, entonces causa curiosidad a los transeúntes que paran, la miran, hacen comentarios entre ellos, no se atreven a interactuar con Vane o preguntarle. En Bogotá somos, por lo general, como que nos cuidamos y no hablamos mucho con los desconocidos así que como que la gente la mira pero no interactúa directamente con Vane. Si se hacen preguntas entre ellos, se le pregunta a alguien que esté ahí, que qué está pasando, que qué hace esa persona. Los que más hacen comentarios son los habitantes de calle que pasan y se ríen o le dicen que qué está haciendo, ellos son como los que más se expresan en esta acción, libremente. Pasan algunos varias veces mirando qué es lo que pasa ahí, haciendo comentarios al aire. Vane está muy concentrada en la acción uno la ve ahí agachada vertiendo con mucha calma, mucha concentración, el agua de un plato tras otro, un plato tras otro. La acción dura aproximadamente una hora. Ella pasa el agua por los cuarenta platos. Al final ya solo quedan unas cuantas gotas, entonces, ya en el penúltimo plato, queda muy poca agua, esas gotas Vane las vierte en el último plato de barro. Quedan las últimas gotas todos los espectadores estamos mirándola vemos cómo se acaba el agua y al mismo tiempo Vane se levanta y se retira. Lo que queda digamos físico, material, de la acción son los platos que quedan dispuestos ahí en el eje, en la orilla del eje, ya no hay agua, ya el agua que hubo ahí se secó. Los platos quedan ahí, algunas personas los cogen y se los llevan, yo tengo uno en mi casa, otros simplemente se quedaron ahí no se sabe qué sucede con ellos y digamos que ese rastro de la acción ya queda como, ya le pertenece a la ciudad y a los transeúntes y se queda ahí para lo que ya la vida decida qué hacer con ellos y ahí se termina la acción y Bogotá continúa con su ritmo habitual.



Melissa Sarthou
Acerca de USE CAUTION (2009), 2020
33 ½ LP
07:05 min.

USE CAUTION, una acción de Vanessa Hernández Gracia fue [en] Nueva York, 2009, otoño. Tuve la oportunidad de estar con Vanessa desde el principio, me refiero (como que) al viaje, el plan, la acción, coordinación, etcétera y desde el primer día el que me contó la acción, más o menos, porque nunca dice cien por ciento lo que va a hacer, sabía y estaba bien consciente de lo especial y lo duro que iba hacer esto. Nos comunicamos, cuando llegamos a Nueva York, nos comunicamos con Pepe Álvarez, un amigo que estaba en Nueva York para que nos ayudará con la documentación. Yo iba a estar documentando pero así nos ayudaba también desde otros puntos. El plan era salir de Queens, cruzar el Queensboro Bridge. Nosotros documentábamos, Vane seguía su ruta todo el tiempo descalza. Esa era la parte dura. Se había anunciado unas horas, en unos spots dentro del trayecto, por si alguien quería estar y pasar y verla durante la acción. Seguir caminando Central Park, Pepe y yo en algún momento nos dividiríamos, nos encontraríamos con ella en diferentes puntos; pero nosotros en tren y ella a pie. Ese era el plan, hasta que llegáramos a Exit Art. Pero la acción fue ésta, Vane salió temprano, creo que eran como las 8:00 am porque más o menos calculando el tiempo que tomaría la ruta, pues, y había que estar a las 6:00 pm, creo, si mal no recuerdo en la galería, en Exit Art. Que ahí sería [como] la segunda parte de acción. Vane tenía un pantalón gris oscuro como de salir, ancho, una camisa, un abrigo, su bufanda, un coat negro, y una mochila, que en verdad era un camel pack pal agua. Colgó los tenis de ahí, unos guantes negros, su cámara colgando del cuello, una libreta, un bolígrafo, en la cabeza tenía un beanieazul clarito.  Empezó a caminar. Hacía frío, no sé, como 40 grados, otoño en Nueva York. Con toda la concentración y determinación que la caracteriza, caminó, caminó, cruzó el puente, cruzó calles, avenidas, el Central Park. Paraba aquí por unos segundos a tomar una foto, hacer alguna notación o para esperar el semáforo. Lo sé porque estaba detrás de ella todo el tiempo documentando, pero en verdad estaba más pendiente de sus pies. No paró a almorzar ni a nada.
Creo que recuerdo que entramos a una cafetería en algún punto, pero a más de la mitad de la ruta, nos tomamos algo caliente. Le pedí, le pedí, que se pusiera las medias, los tenis, hacía un frío brutal. Me acuerdo de que hasta le dije: “Haz trampa, nadie te está viendo”. Pero nada que ver. Vane siguió, descalza; se puso las medias unos minutos, eran unas medias como grises o crema. Casi ni hablaba en todo el trayecto, iba como en un estado de meditación, como que en el presente. Nada, se quitó las medias rápido. Me acuerdo de que, ya al final, le cargué el bulto un poco, un rato, para ayudarla. Llegamos a Exit Art, no sé si llegamos a la hora, pero sé que era de noche. Había gente. Le habían preparado un espacio, como a la izquierda, al final. Era un espacio abierto, vacío, tenía una luz desde arriba alumbrando, una silla de madera; al frente tenía un bowl con agua, un kit de curación. El resto de la galería estaba más oscura. Me acuerdo de que abrió la puerta, entró, caminó hasta su spot iluminado. Se quitó el abrigo, la bufanda, se quitó el beanie, la cámara, todo lo dobló, lo puso en el piso, al lado derecho de la silla. Se quedó solamente con una camiseta negra, me acuerdo de que esa camisa era importante porque tenía unos números en la parte de atrás, rojos. Esa camisa ella la mandó a hacer desde acá [Puerto Rico]. No recuerdo la cifra específicamente, pero sé que eran el número de despedidos bajo la Ley 7, que Fortuño había despedido hacía poco. La galería estaba, pero, silencio absoluto. Jeanette, que era la esposa de Papo Colo, fue la primera que se acercó a curarle los pies, se eñangotó, le lavó los pies con todo el cuidado, los secó, los miró detenidamente como que para chequear que no tuviera heridas o algo, o por lo menos eso parecía. Dos muchachas más, creo que fueron dos, también repitieron la acción. Vane se quedó ahí, en silencio, concentrada, serena. Luego se paró de la silla y se fue. La gente tenía cara de asombro como que la gente no entendía que era lo que estaba pasando, como que, quizás sabían que había caminado un montón y lo que había hecho, pero, muy seguramente nadie se imaginaba lo largo del camino, el frío en los pies, el dolor en los huesos, la concentración y el sentimiento que esto conlleva. Yo que lo caminé con ella no me alcanzo a imaginar ni la mitad.



Pavel Aguilar
Acerca de Trayectos imaginarios (el muro) (2016), 2020
33 ½ LP
05:55 min.

Ella llegó al mercado San Miguel de la ciudad de Tegucigalpa, uno de los mercados más viejos que existen desde finales del siglo 19. Ella se sentó en uno de los pasillos más concurridos del mercado. Inmediatamente no podrías distinguir entre quién era cliente y quién era propietario de uno de los negocios de los que ahí se encuentran. También podías ver la cara de sorpresa de la gente al ver que una persona, descalza, vestida de negro, se sentara en medio de uno de los pasillos peatonales del mercado con una silla y con un bulto de ropa al lado. Fue bastante interesante porque en ningún momento los peatones o quizás los propietarios del mercado pensaron que podría tratarse de otro vendedor, no, que pudiera hacerles competencia. Es más, resultó sumamente curioso que una persona sin mediar palabra alguna se sentara en medio de esas circunstancias y esa zona; el pasillo era un pasillo bastante descuidado sumamente viejo pero muy pulcramente limpio. Y también se encontraban muchos niños y mucha gente alrededor que estaba curiosa de saber lo que estaba pasando. Ella comenzó a doblar la ropa que tenía dentro del bulto y doblaba una prenda y la colocaba en frente de ella, luego regresaba, se sentaba sacaba otra prenda del bulto de ropa que tenía, no recuerda si a su lado izquierdo o a su lado derecho, lo doblaba y seguía consecuentemente, y lo colocaba en frente de ella. Después del primer, de la primera prenda doblada, luego regresaba por una tercera y lo colocaba en frente de ella siguiendo la primera y la segunda prenda doblada. Y así sucesivamente hasta formar una línea de aproximadamente creo que siete a diez metros, es muy probable que diez. Una línea de ropa bastante, bastante larga en la cual podías encontrar diversas prendas. O sea no importaba si eran prendas de niños, si eran prendas de niñas, si eran prendas para ancianos, si eran prendas para personas jóvenes, era una total diversidad de colores, de formas y de estilos, no, los que se podían encontrar en ese momento.
Recuerdo que la energía del sitio y de ese espacio iba creciendo. No podría definir qué tipo de energía era la que se podía percibir, pero definitivamente era una energía muy placentera, quizás, combinada con la incertidumbre de la muchedumbre y también con la expectación de todos los que nos encontrábamos en ese sitio. Honestamente fue indescriptible. Después de doblar la última prenda, la multitud expectante no sabía definir si seguir su mirada en ella, porque, en el momento en que la línea de ropa comenzó a crecer fue tan interesante ver que ni una sola persona preguntó que estaba sucediendo, todos miraban expectantes, podría decir que casi hipnotizados, lo que estaba sucediendo en ese momento. Después al doblar la última prenda y todos sin saber definir si sus miradas iban a dirigir a las prendas que estaban ahí colocadas tan minuciosamente y tan pulcramente, una atrás de otra siguiendo una línea que terminaba donde comenzaba la silla, donde estaba colocada la silla y ya desapareció. Me cuesta definir y recordar cómo desapareció, pero sólo sé que desapareció. Luego en un lapso de diez segundos la multitud y la muchedumbre alrededor pues se miró bastante confundida se vieron los unos a los otros, los niños y las niñas pues no sabían qué hacer con, podríamos definirlo, como esta atmósfera generada. Lo único que puedo decir es que era una atmósfera sumamente placentera de percibir y placentera de ser parte. Y a los dos segundos y muchas risas de sorpresa; la verdad que fue bastante divertido, la muchedumbre se lanzó sobre las prendas, sobre la línea de ropa y sobre la línea de diez metros que había sido construida con estas prendas y desaparecieron. Fue un frenesí acaparador en el cual no podía distinguir entre transeúntes, propietarios de locales, gente curiosa y quizás algún entusiasta invisible del arte tomó una de sus prendas, y lo curioso y lo interesante fue, que no importaba si eran prendas para ancianos, prendas para niños, prendas para gente joven, todas estas prendas desaparecieron, Vanessa también desapareció. Fue sumamente hermoso.


Amanda Hernández
Sobre una performance de Vanessa Hernández en galería METRO,
Hato Rey, hace algunos ocho años, estimo
11 de noviembre de 2020



huella//
señal que un cuerpo deja en el suelo al moverse,
rastro que queda de una cosa o suceso

hojarasca//
conjunto de hojas secas caído de árboles y plantas
y que cubre el suelo



Ajustada a la memoria y a su ejercicio,
ante la falta de lente,
hago foto en el cerrar de ojos y me confirmo,
hubo huella y hojarasca
en el costado que fue tenderse
ante la clemencia de un cuarto pequeño.


No sé si el tiempo transcurre distinto para quien espera
o para quien busca sin saber en que consiste el hallazgo,
pero de ojo recuerdo la luz artificial,
pietaje sobre si proyectada,
edificios, posiblemente estacionamientos privados en desuso,
fachadas urbanas decaídas
traídas de afuera hacia adentro.
De oído, atestiguo el bullicio de cuando se habla bien bajito,
la curiosidad,
el crujir de la hoja seca que dispuso la siesta.
De cuerpo el suelo y de músculo
la invitación a detenerse,
sentarse o transitar el espacio
sin la necesidad de pedir permiso.
En el cuello, la sorpresa de la brisa, que no se como vino a colarse
pero siento haberla visto levantar la primera hoja.


De pies primero y a cabeza fue el hallazgo.
No recuerdo quien o en que momento de la siesta
dimos con el descubrimiento, más fue augurio,
rastro de músculo extendido, hincapié en la periferia,
codo y muñeca espabilándose,
cara almidonada, luceros soñolientos,
espectáculo, pasatiempo.


Dar el paso fue advertir el crujido,
adentrarse al espejo,
proponerse otro espacio habitable
aunque durase así solo una noche
y quede ahora enmarcado en la memoria y sus adornos.


Hojarasca fue augurio,
cartografía ante la voluntad del ojo,
movimiento sostenido, código de tiempo,
avistamiento, materia y expectativa
hasta reincorporarse,
como si nunca hubiesen
pasado las horas.




Desposeerse, 2012
Vídeo performance 
Valencia, España

En Desposeerse analizo la percepción que tenemos acerca del espacio doméstico y el espacio público a través de la provocación de situaciones o acciones fuera de lo común. Mientras que en el espacio doméstico, asociado a la seguridad y el acogimiento, propongo una acción sutil pero a su vez violenta y desenfrenada, sugiero que el espacio público puede utilizarse como lugar de reposo y pausa. Con esa aseveración establezco un paralelismo entre la documentación no visual y los lugares de pausa, ya que ambos pretenden abrir paso hacia una manera alternativa de experimentar, por un lado la performance y por otro, el espacio público. Una experiencia marcada por el interés de abrir campo a nuevas percepciones.





La espera, 2012
Recorrido
Fragmento de pieza sonora
Valencia, España

La performance colectiva propone que el individuo se exponga a conocer la ciudad de forma íntima mediante un recorrido individual, no guiado, hacia un destino desconocido. En la acción anónima pueden participar cuántas personas lo deseen, sólo deben estar dispuestas a seguir una serie de instrucciones mínimas:

1. Una persona elige, al azar, un destino (calle y número) en la ciudad y se lo comunica a otras personas.
2. Las personas eligen un día y hora y salen de su casa en dirección al destino. El recorrido debe realizarse a pie, sin utilizar mapas, y se documentará de la manera que cada cual prefiera, excepto fotografías y vídeo.
3. Una vez en el destino, los participantes se comprometen a esperar la llegada de los demás, hasta que haga falta.
4. La acción finaliza cuando todos los participantes se reúnen en el destino.

A través de la acción se procura que cada individuo construya el recorrido a partir de los elementos que decida extraer de la ciudad. A su vez, se le pide que lo documenten mediante cualquier medio que estimen oportuno, pero que no esté ajustado a la imagen fotográfica.
En La espera se propone que la práctica estética no se documente con imágenes, sino que se enfatice su carácter experiencial a través de otros mecanismos de registro como son: la grabación de audio, el relato, la recolección de objetos, el cuaderno de notas, etc., de forma tal que la ciudad se presente tanto como un lugar para ser cartografiado y como espacio para el intercambio de experiencias. Se pretende estudiar la ciudad, no desde un enfoque urbanístico, sino desde el punto de vista íntimo de quien transita por ella.





“Desnudarme, apartarme de mi identidad para arroparme con el olor de un ser querido, entrar en su piel, adquirir de forma espontánea su postura... y repetir esta secuencia de acciones de forma cíclica para vestirme con la imagen de otro hasta volver a ser yo. Este proceso de identificación ha representado una experiencia de profunda empatía que me ha permitido expandir mi percepción del otro y de mi misma, al verme reflejada en mis compañeros. Además, me ha ofrecido la oportunidad de reflexionar acerca de la ósmosis que se da al generarse un vínculo de amistad donde las identidades de las personas se mezclan enriqueciéndose.”
-Chiara Sgaramella
Participante de la acción "Sin título (pieza para cinco o siete)"

“Trasladar un patrón de movimiento casi maquinal a esta acción es lo primero que me llamó la atención. Quizás fuera lo que menos me convenciese, pero a su vez, esa claridad sintética y circular de rotación, así como la disposición de los participantes, definitivamente no quisieran convencer de nada. Posteriormente pensé que no sería ya maquinal, sino evidente, este proceder en el espacio. Precisamente se convirtió en algo natural, en un juego. Y resulta curioso que justamente esté yo aquí haciendo distinciones en que si quedaba natural o no, y si yo estaba de acuerdo con ello o no, cuando la acción (para mí) trataba de hablarnos de la ruptura de esos binomios. Pero es curioso, de forma tan sencilla y abierta. Permitía descubrirte en ella más que descubrirla. Por esto mismo no puedo evitar tener en cuenta mi situación respecto a los participantes en la acción, no solo como compañeros de máster, sino como personas que por entonces comenzaba a conocer.”
-Sergio Velasco
Observador de la acción "Sin título (pieza para cinco o siete)"



Sin título (pieza para cinco o siete), 2011
con Catalina Moreno, Chiara Sgaramella, Rubén Espada y Cero Moreno
Acción
35 min.
Facultad de Bellas Artes
Universidad Politécnica de Valencia

Invité a un grupo de estudiantes del Máster de Producción Artística a participar en una performance colectiva que provocara un espacio para reflexionar acerca de las relaciones interpersonales y el sentido de colectividad y colaboración. Me interesaba explorar las relaciones interpersonales que surgen a corto plazo, y que en ocasiones, permiten crear lazos afectivos entre personas unidas por una experiencia en común. En la acción, la ropa de cada participante, como referente de identidad y particularidad, es el elemento que les une. El intercambio de ropa es la acción que genera el discurso de la performance, mientras que la cantidad de participantes, corresponde a un interés personal por la dinámica de los números impares. A diferencia de La espera, que también es una performance colectiva, Sin título (pieza para cinco o siete), es además una acción colaborativa. La performance propone lo siguiente:

1. Las personas participantes, cinco o siete, forman un círculo y comienzan a desvestirse, lentamente, colocando cada pieza de ropa en el suelo.
2. Una vez desvestidos, pasan su ropa a la persona que está a su derecha y se visten con la ropa que le colocan delante.
3. La acción culmina cuando cada una de las personas ha vestido la ropa del resto.
4. El orden de la acción puede ser alterado según el acuerdo al que lleguen los participantes.
Sin título (pieza para cinco o siete) fue presentada posteriormente en la exposición Cartografías ajenas: reflexiones acerca de la documentación en el performance , allí la acción la realizaron cinco personas y experimentó algunos cambios en su organización. Fueron los(as) participantes quienes la ajustaron según las especificaciones del lugar y sus criterios particulares. Al grupo los une lazos de amistad, tienen entre veinte y treinta años y cuentan con una formación en artes plásticas, además, son nacidos en Puerto Rico.

La posibilidad de que una performance se ajuste a las condiciones del lugar de su presentación, me parece importante ya que habla de su capacidad de adaptación y apertura, además, resulta una manera de desligarse del concepto de autoría y darle mayor autonomía a la acción. La versión que se presentó de la pieza en Puerto Rico no fue documentada mediante imágenes. Sólo se repartieron unos cuadernos con el propósito de que el público pudiese anotar sus reflexiones acerca de la performance. Una selección de fragmentos de los cuadernos, forma parte del apéndice que acompaña ésta investigación y se proponen como otra manera de abordar la documentación desde el punto de vista del público.





La carrera, 2012
en colaboración con Sergio Velasco

Esta acción surge bajo la idea de las relaciones transitorias entre los alumnos-artistas en este contexto, limitadas en la mayoría de casos tanto temporal como espacialmente. Por ello, la acción consiste en una carrera de relevos de dos equipos de alumnos del máster. Cada equipo correrá en una ubicación distinta, aunque arquitectónicamente idéntica. Son los pasillos de despachos para profesores de la facultad, los cuales se caracterizan por su amplia longitud. Con un equipo en cada planta, las carreras comenzarán simultáneamente y serán cronometradas. El relevo (arena) se cederá a los extremos de cada pasillo. El equipo que menos tarde, ganará la competición.





Cartografías ajenas, 2011
Recorrido
Cuaderno de notas
Valencia, Puçol y Alzira

Exploración del espacio público a través de una cartografía personal realizada desde el anonimato.

La experiencia del recorrido anónimo y su registro mediante el texto, supuso una manera de abordar la performance desde un plano sensorial. A través del ejercicio que supuso hacer un esfuerzo por bloquear las imágenes visuales y concentrarme en lo sonoro, pude identificar cuán subordinados estamos al imperio de lo visual lo que ha supuesto que dejemos de lado el resto de los sentidos. Mientras realizaba el ejercicio, tomé conciencia de la riqueza de la experiencia sonora, pues a través del sonido, pude identificar otra manera de percibir el espacio urbano. Un modo que me permitía construir imágenes propias, de ejercitar la imaginación. Ya la imagen no tenía un fin ilustrativo sino que poseía un carácter de mayor autonomía y por tanto, mayor libertad.

El punto de partida de la acción fue el siguiente:

1. En la estación de tren se elige un destino al azar y, a lo largo del trayecto, se registra, sólo mediante textos copiados en un cuaderno de notas, la mayor cantidad de sonidos posibles (incluyendo voces). Es imprecindible intentar obviar las imágenes.
2. Una vez en el lugar de destino, se repite el ejercicio en diversos espacios públicos tales como plazas, calles, terrazas, etc.
3. En el trayecto de vuelta al lugar de origen, se continúa el ejercicio.
4. La acción debe realizarse durante al menos tres días consecutivos, o cuantos se estimen necesarios, hasta completar el cuaderno de notas.

En Cartografías ajenas, un cuaderno de notas, 9 x 14 cm y 80 páginas, es el único documento que registra los recorridos realizados del 23 al 26 de octubre de 2011. Aquí se reproduce un fragmento del contenido del texto:

“plaça major
-sombra
perdón, (valenciano) (idioma incomprensible), (motor), (arrastre)
javi ven a casa es que vale vale la maleta
vale (idioma incomprensible) (pájaros,
motor) (arrastre, pájaros, golpe al metal,
motor fuerte, golpe, arrastre, motor
fuerte, pájaros), (idioma incomprensible,
arrastre), (cadenas, golpe metal), hey,
(pájaros, motor, arrastre, pájaros),
(idioma incomprensible), y si no (valenciano),
(pájaros, motor), (grito, idioma
incomprensible, motor, pájaros, pasos,
arrastre) anda no o no (risa) (idioma
incomprensible, pájaros, motor), ...”




USE CAUTION, 2009
Recorrido
Nueva York, EEUU

Performance que explora y profundiza en los posibles diálogos entre el estudio del lugar específico, en este caso circunscrito a un espacio público, y el uso del relato producto de las memorias y procedente de un entorno privado e íntimo. Ambos coinciden y se entremezclan para producir una acción que habla desde la nostalgia, y a su vez, busca implicar al público. Por una parte, el recorrido genera un relato el cual se documenta de varias formas. Un cuaderno de notas en el que escribo detalles de mi experiencia, desde datos (horas, nombres de lugares, dibujos) hasta descripciones de mi estado anímico y emocional. Un fotógrafo que registra el recorrido y enfatiza en diversos elementos que permitan reconocer los lugares de tránsito y las reacciones de las personas alrededor de la acción. Y finalmente, una persona que, aunque no conoce la ciudad, sirva de guía alrededor de ella y se encargue de que la ruta se cumpla según lo propuesto.


La performance no es una caminata a la manera de las derivas situacionistas, ya que ésta cumple con un objetivo específico marcado por un lado por mis memorias y, por el otro, por el cometido de llegar a un lugar en el que culmina el recorrido y da paso a la acción de cara al público.

Se trata de un recorrido en el que se realiza una acción anónima, el público que transita por las calles de Nueva York (con excepción de los que tienen conocimiento de la exposición) desconocen que lo que se está llevando a cabo es una práctica artística a su alrededor, de la que ellos, indirectamente, forman parte. Mientras una vez se traslada la acción a la galería, el público completa el recorrido a través de una participación, más o menos activa. Esta reflexión me conduce a las acciones anónimas que Adrian Piper y Vito Acconci realizaban en las calles de la misma ciudad durante las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX, y que marcaron el inicio de un estudio a profundidad de los espacios urbanos a través de la experiencia activa de la performance.





Sin título, 2009
con Rafael Miranda
Hato Rey, Río Piedras y Bayamón
video performance

Trabajo cuyo punto de referencia es la pieza Aus der Mappe der Hundigkeit, (1968) de VALIE EXPORT (Linz, Austria, 1940). De la intervención de EXPORT me interesaba su capacidad de, mediante una acción fuera de lo común, poner en duda el comportamiento social de los individuos en el espacio público. Como escenario de la acción elegimos varios espacios públicos y privados (centro comercial, zona bancaria, plazas), identificados con diversos estratos sociales, en el área metropolitana de San Juan de Puerto Rico. A diferencia de la pieza de EXPORT, ambos ocupamos el lugar del perro, lo que provocó un análisis sociológico más contundente ya que las reacciones de la gente variaban dramáticamente de acuerdo a quien estaba en el suelo.

Sin título se muestra al público como una pieza de vídeo performance que intenta sintetizar nuestra experiencia de llevar la performance más allá de los límites del espacio institucional. Sin embargo, quienes formamos parte de ella, tanto el equipo de documentación como los artistas, estuvimos de acuerdo en que una acción de tal intensidad es imposible trasmitirla a través del vídeo. Entonces, ¿cómo elegir el medio de presentación cuando se trata de una experiencia performativa cargada de fugacidad y espontaneidad?